Amo y esclavo
acuerdan complejos mecanismos de excitación
y reordenan personalidades fraudulentas.
Gritan y sus gritos son de dolor,
aunque nada parecido al dolor exista
en el fondo de sus bocas.
El dolor pactado,
el dolor que engendra las cárceles,
el dolor que rompe la herencia de las circunstancias,
el dolor que borra las caricias maternas,
los preceptos del uso recto y mimético,
ese dolor es una espiral que desgarra la carne
como un sacacorchos
y derriba espacios íntimos
que nadie pisó nunca y nunca intuyó.
Tú no eres tú y lo sabes.
Novembro 17, 2009 ás 9:41 am |
Yo tampoco soy yo pero no siempre lo se.
Seguiré la ruta de estas poesías
Ana Celia